Somos hijos del impulso,
la respuesta absurda a cualquier dilema.
Y es que las mayorías proclaman
que ser ridículo es una condición estúpida:
caemos irremediablemente en el error,
saltamos de desliz en desliz…
¿Sabes qué?
Nos declaramos culpables de existir bajo esa bandera.
Pero que quede claro que
las masas suelen desconocer
que el mundo opera mejor en opuestos,
cuando el miedo a caer o a equivocarse
es tan sólo la motivación que nos transforma
en protagonistas de alguna sonrojada pero invaluable experiencia.
Cuando habitamos lo ridículo,
la simpleza se apodera de la complejidad,
y de las entrañas nos brota la locura.
Ser ridículo te libera de ti mismo.
Es encarar de frente quién eres cuando nadie te ve,
para proyectarlo un día ante otros pares de ojos.
Experimentamos la naturaleza de la risa,
y sólo así logramos encontrarle el valor a esta vida
y besar su extravagancia.
Somos la esencia de lo prohibido,
la carne de la contradicción,
la alternativa que bien reconoce que
ser humanos nos hace absurdos, y ser absurdos nos hace humanos.
Si quieren saber por qué somos ridículos,
sepan que amamos despeinarnos cada día,
vibrar desde el centro del alma,
y desentonar con el entorno
sólo por el gusto de reinventar un planeta
que combine
con un delicioso afán de soñar despiertos…
(Ahora que el orgullo de ser diferente se apodera de ti,
que nada te impida bailar algún día en ropa interior.)
Alejandra Cárcamo @ale_clz
Imagen: Pinterest
“La carne de la contradicción” PUM! jaja Es como ese extraño momento en donde se es valiente por miedo… Saludos Ale.
Me gustaMe gusta
¡Exacto Adal!, las respuestas innatas que reaccionan en circunstancias así son súper interesantes.
Y, ¡Vieeeentos por tu blog!, gracias por leer
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me encantó Ale, felicidades por tus letras 🙂
Me gustaMe gusta
¡Gracias Andy! Hoy empecé a leerte, y lo mismo opino de ti 🙂
Me gustaMe gusta