Irene está sola.
Lo extraña tanto que las cicatrices la succionan
profunda y dolorosamente como sanguijuelas.
Todo se fue junto con él:
los consejos, las risas, la música,
los cariños, los viajes, las palabras…
Sólo dejó un estúpido caleidoscopio.
Irene fue a desempolvar el objeto.
Los recuerdos la invadieron en lágrimas.
Aunque el caleidoscopio le recordaba a él
jamás entendió por qué lo usaba tanto.
Un impulso inexplicable la llevó a mirar a través del artefacto…
El mundo se llenó de colores.
Muchos mosaicos le invadieron la piel.
Ya no había espacios grises ni tristes:
las plantas bailaban, los arcoiris nacían,
en cada rincón había un poco de vida.
Irene al fin entendió a su abuelo.
Él no estaba loco, como la gente decía.
Tan sólo había encontrado la manera
de borrar temporalmente la tristeza…
Él era creador de universos.
Todo lo que el abuelo le contó a Irene
había nacido en ese viejo caleidoscopio.
Alejandra Cárcamo @ale_clz
Imagen: Pinterest
Muy hermoso
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