Tengo la mirada compuesta por un ojo soñador y otro audaz.
El primero no sabe juzgar. Es un maestro de la distorsión. Cambia unos trazos por otros, re diseña las señales de tránsito y teje a su antojo los rostros de los transeúntes. Vive más de la imaginación que del hecho, porque la miopía decidió abrazarlo sólo a él. En cambio, el segundo se la pasa despierto, absorbiendo todo a su paso y salvándonos de cada coladera abierta, bache y mensaje con errores por el auto corrector del WhatsApp.
Esta es la pareja a través de la cual me tocó mirar e interpretar al mundo. La verdad es que ambos están enfermos, si no es por la ausencia de realidad, es por el exceso de ella.
Alejandra Cárcamo @ale_clz
Imagen: Lauren Schroer