Le pedí un deseo
al eclipse lunar:
“Cubre la herida
como tú te cubres
de noche plena.
Píntame diferente
para lavar la mente
de lo que no será.”
Pero el eclipse no,
no abrazó la idea.
Dejó las heridas
despiertas, abiertas,
con su rojo vivo.
Dejó la mente intacta
inquieta, revuelta
con su propia vuelta.
Dejó todo igual,
quizá
un poco peor.
Y así en el caos,
así en el miedo,
he entendido.
El eclipse me dio
un mejor regalo:
paciencia.
Un ciclo
es
un
ciclo.
Alejandra Cárcamo @ale_clz
Imagen: Nieves W. Pumarejo