Chicos y negruzcos como la pimienta; ese tímido par se asoma por la rendija hinchada de sus párpados. “Ojos de topo”, le dicen. “Ojos de topo” odia asomarse por sus lentes de botella, pero siempre anda fisgoneando en los caleidoscopios. Ella se siente diferente a las otras niñas de su edad; sus cabellos no se deslizan…
